Época: Reconquista
Inicio: Año 711
Fin: Año 900

Antecedente:
De Covadonga a la Reconquista



Comentario

La acción combinada de obispos y emires puso fin a los martirios voluntarios, y el destierro, voluntario o forzoso, de los clérigos que no pudieron, o no quisieron adaptarse a la nueva situación, provocó importantes cambios en los reinos del Norte que acogieron a estos fugitivos, cuya mayor preparación y cultura los pondrá al frente de iglesias y monasterios y los convertirá en consejeros de los reyes; especialmente del rey asturleonés, el más importante en estos momentos, el que acoge al mayor número de emigrantes cordobeses y a los toledanos y emeritenses huidos por razones religiosas y por motivos políticos, por haberse adherido a las revueltas de Toledo y de Mérida contra los emires.Estas revueltas, dirigidas por los muladíes y apoyadas por beréberes y mozárabes, unidas a la insumisión de los muladíes del Ebro y a la presión carolingia sobre los Pirineos, permiten a Alfonso II (791-843) consolidar las fronteras del reino y negar a Córdoba los tributos exigidos. Aunque mitificada por las leyendas que hacen intervenir al Apóstol Santiago, la independencia astur es una realidad que se observa, como hemos señalado, en el campo eclesiástico al romper la Iglesia astur con la toledana, y en el campo político al acentuarse la visigotización del reino, propiciada sin duda por una primera emigración de clérigos mozárabes a los que se debería la adopción del código visigodo, del Liber Iudiciorum (Fuero Juzgo), como norma jurídica del reino.La organización político-jurídica refuerza a la eclesiástica, que se manifiesta en la restauración de la sede metropolitana de Braga, en la erección de la sede de Iria-Compostela, la creación de un obispado en la capital del reino, Oviedo, y en la erección de numerosas iglesias y monasterios. Afianzado el reino, Alfonso inicia una política ofensiva: presta ayuda a los muladíes y mozárabes de Toledo y Mérida, ampara en sus tierras a los sublevados contra Córdoba y realiza ataques contra los dominios musulmanes, llegando a ocupar momentáneamente Lisboa y apoderándose de abundante botín que quizás no sea ajeno a las obras realizadas en Oviedo, donde se construyen palacios, baños, iglesias y monasterios.La neovisigotización y recristianización, impulsada por los emigrantes mozárabes no es suficiente para unificar el reino dividido entre los diferentes pueblos que lo integran, según reflejan las crónicas cuando repiten una y otra vez que "Fruela... a los vascones, que se habían rebelado los venció y sometió... Silo... a los pueblos de Galicia que se rebelaron contra él los venció en combate...; Alfonso... expulsado del reino se quedó entre los parientes de su madre en Álava..." El carácter electivo de la monarquía favorece en Asturias, como había favorecido en época visigoda, la aparición en torno a los candidatos al trono de bandos que las crónicas identifican por el lugar de origen de sus dirigentes. Así, a la muerte de Alfonso, los gallegos apoyan a Ramiro I mientras astures y vascones están al lado del conde Nepociano y, posiblemente, junto a otros nobles sublevados que pagaron con la ceguera o con la vida su rebeldía.Pese a estas revueltas y a los ataques de los vikingos a las costas gallegas en el año 844, Ramiro pudo adelantar las fronteras y ocupar temporalmente León; la conquista definitiva será obra de Ordoño I (850-866) al que se debe la repoblación de ciudades como Astorga, Tuy o Amaya, tras cuyos muros se instala una población campesina de relativa importancia. Este avance de las fronteras y la consolidación de las conquistas se relaciona una vez más con las sublevaciones muladíes, complicadas ahora con la oposición de los mozárabes al poder musulmán. Los rebeldes contarán con el apoyo de tropas astures que serán derrotadas cerca de Toledo; su presencia tan lejos de sus territorios es prueba de la importancia adquirida por el reino, y del paso de una situación defensiva a una política agresiva, de ataque, de conquista. Aunque derrotados, los toledanos mantuvieron la revuelta y obligaron a las tropas cordobesas a concentrar sus mejores hombres en la zona, con lo que el reino astur sólo estará amenazado en su frontera oriental por los muladíes del Ebro, cuyo dirigente Musa ibn Musa fue derrotado por Ordoño en Albelda (859), no lejos de Clavijo. En adelante, los hijos de Musa mantendrán una política de amistad y colaboración con los astures y servirán de freno a los cordobeses, que sólo en el año 865 podrán derrotar a Ordoño.Nuevos conflictos entre muladíes y árabes permiten a Alfonso III (866-910) extender sus dominios hasta Porto y Coimbra, tras cuya ocupación es posible repoblar el Norte de Portugal antes de firmar, el año 883, un tratado de paz con el emir, tratado que no le impedirá lanzar campañas en búsqueda de botín durante la revuelta de Umar ibn Hafsún, responsable indirecto de los éxitos de reyes y condes cristianos de la época: independencia de los condes catalanes, afianzamiento del reino de Pamplona bajo cuya tutela está el condado aragonés, y expansión del reino astur que traslada su capital de Oviedo a León.